“Cuando no me detengo, me pierdo”. Esta frase me acompaña cada vez que siento el vértigo de los días que pasan sin que los viva. En un mundo donde la productividad se mide en horas y la atención en notificaciones, hacer una pausa parece casi un acto de rebeldía. Sin embargo, el cuerpo y el alma tienen su propio lenguaje: cansancio, irritabilidad, apatía, incluso tristeza. No se trata de debilidad, sino de un llamado a regresar a nosotros mismos. San Agustín lo expresó con claridad: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Confesiones, I,1). El descanso no es lujo, es necesidad espiritual.
Regenerarse implica mucho más que dormir o desconectarse del trabajo; es recuperar la coherencia entre lo que hacemos y lo que somos. Los estoicos, como Séneca, aconsejaban reservar tiempo cada día para la introspección, porque “no es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho” (De brevitate vitae, 1.1). Incluso en el Renacimiento, Leonardo da Vinci defendía el ocio creativo como fuente de claridad y genio. Hacer pausa es permitir que el alma respire, que las emociones sedimenten y la mente encuentre perspectiva. Desde la psicología contemporánea, la evidencia confirma que la práctica de mindfulness y el descanso consciente reducen el estrés y mejoran la salud mental (Kabat-Zinn, 2013). El silencio, la oración, la contemplación de la naturaleza o simplemente respirar profundamente se convierten en pequeñas anclas que nos devuelven al presente.
Hoy entiendo que no darme espacio para regenerarme es una forma de abandono personal. Si no detengo la inercia, termino vacío, reaccionando en lugar de eligiendo. Hacer pausa me permite volver a ser agente de mi vida, recuperar el sentido de mis actos y responder en vez de simplemente resistir. Regenerarme es un acto de amor propio y, en consecuencia, de amor hacia los demás. Después de todo, solo un corazón que descansa puede sostener a otros. Y cuando me atrevo a parar, descubro que el mundo no se derrumba: soy yo quien se reconstruye.
Referencias
Kabat-Zinn, J. (2013). Full Catastrophe Living: Using the Wisdom of Your Body and Mind to Face Stress, Pain, and Illness. Bantam Books.
Séneca. (2009). De la brevedad de la vida. Gredos.
San Agustín. (1999). Confesiones. Editorial Ciudad Nueva.


