Se denomina al Síndrome de Wendy como la constante necesidad de satisfacer y agradar a las personas. Este trastorno psicológico ocurre principalmente en las relaciones amicales o amorosas, esta afección nos hace creer que tenemos que tener la disposición de servir al otro.
La maternidad no es ajena a este problema emocional. El síndrome de Wendy tambien se le denomina como el síndrome de la mamá sobreprotectora, y engloba a aquella madre que siente que su hijo debe ser protegido del mundo a toda costa.
¿Recuerdas el cuento de Peter Pan? , es de ahí de donde nace el término »Síndrome de Wendy». Si analizamos a los personajes, nos daremos cuenta que Wendy era una chica que lo daba todo por Peter. Ella velaba por él y hacía todo lo que estuviera en sus manos para que nada le sucediera. En esta situación , tú eres Wendy y Peter representa a tus hijos.
Sabemos que los hijos son el tesoro más grande de toda madre, lo único que buscan el bienestar de los niños. Queremos que sus vidas sean sencillas y libre de problemas.
Es por eso que la mayoría de madres se encargan de realizar todas las labores que nuestros hijos deberían hacer, como limpiar su habitación y realizar sus tareas.
Pero esto no se limita a engreír a nuestros hijos de vez en cuando. Las madres que padecen del síndrome de Wendy sienten que son totalmente indispensables y cuidan a sus hijos de una manera extrema.
Ellas buscan crear un mundo perfecto para sus niños, en el que no exista peligros ni frustraciones. Criar a nuestros hijos en una burbuja de irrealidad tendrá como resultado a unos niños tímidos, irresponsables e incapaces de resolver sus problemas por cuenta propia.
¿Eres una mamá que cuida a sus hijos o caes en la sobreprotección? , descubre las alertas de este trastorno psicológico:
Síntomas del Síndrome de Wendy en madres:
Cuidan exageradamente a los niños( no los dejan salir, no permiten que juegen con tal cosa,etc)
Facilitan la vida de su hijo al punto de eliminar todo tipo de obstáculo
Son controladoras (quieren saber a cada momento qué estan haciendo sus hijos)
Se olvidan de sí mismas
Se sacrifican en exceso ( hacen labores que no les corresponden como limpiar el cuarto de sus hijos, guardar sus útiles en su mochila, tender su cama,etc)
Confunden el amor con la resignación
¿Cómo tratar el Síndrome de Wendy?
Identificar el problema
Algunas mamás viven con una venda en los ojos que no les permite ver que lo que hacen perjudica su salud tanto como la de sus hijos. Analiza detenidamente tus acciones e identifica las situaciones de sobreprotección adecuadamente.
Ir a terapia
Realizar un tratamiento psicológico es la mejor manera de erradicar el Síndrome de Wendy de raíz. Quizá exista algun recuerdo en tu pasado por el que sientas la necesidad de agradar y servir a todo el mundo.
Establece labores en el hogar
Aprende a decir no. No estas obligada a realizar todas las tareas de la casa. Conversa con tu pareja y tus hijos sobre el asunto y dividanse las obligaciones domésticas. Tus hijos tienen que aprender que la mamá no estará para solucionarles los problemas toda la vida.
Mamás, los hijos tienen que aprender a realizar sus tareas por si solos. Deben ser autosuficientes y resolver sus problemas por si solos. Cuidar y engreír excesivamente a tus niños los volverá vulnerables ante el mundo real.
Recuerda que el amor a la familia no es sumisión ni mucho menos un sacrificio.
La ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. Sigue leyendo y te darás cuenta de cómo la visualización negativa y el memento mori te pueden ayudar a gestionar la incertidumbre.
TIENES A LAS LEYES DE MURPHY EN CONTRA
La ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal.
Este Murphy era el ingeniero aeroespacial Edward Aloysius Murphy y formuló su ley en 1949 después de descubrir que estaban mal conectados todos los electrodos de un arnés para medir los efectos de la aceleración y deceleración en pilotos.
¿Cuáles son estas leyes?
Si algo puede salir mal, saldrá mal.
La tostada siempre cae en el lado de la mantequilla.
La información más importante de cualquier mapa está en el doblez o en el borde.
Nada es tan fácil como parece y todo lleva más tiempo del que piensas.
La otra cola siempre es más rápida.
No importa cuántas veces se demuestre una mentira, siempre quedará un porcentaje de personas que creerá que es verdad.
Siempre encuentras las cosas en el último sitio en el que miraste.
¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
Ahora que sabes que es más probable que todo salga mal, ¿No tiene más sentido estar preparado para ello?
En cualquier religión hay oraciones y mantras a los que acudir en determinados momentos, no obstante en el estoicismo, se medita y reflexiona de distinta forma, para el estoico, hacerse la pregunta: ¿Qué es lo peor que puede pasar? .
Ser consciente de que todo no tiene porqué salir bien, y compone el inicio de todo un entrenamiento mental y emocional.
SER POSITIVO vs SER OPTIMISTA
Como seres humanos, tenemos mecanismos fisiológicos y procesos automáticos como el de poner nuestro foco en lo negativo, pero en las sociedades en las que vivimos y la propaganda positiva, de vana felicidad y consumo, muchas veces nos intenta transmitir la idea de que ser positivo es lo mismo que ser optimista.
Y no, ser POSITIVO no tiene que ver con ser OPTIMISTA.
El significado de OPTIMISTA es aquella persona que cree que probablemente lo que va a suceder va a ser bueno, y que las cosas van a salir tal cual hemos previsto , por otro lado ser pesimista significa que crees que lo que va a suceder probablemente va a salir mal y que lo que has planeado no va a salir como creíste en un primer momento.
Actuar siendo positivo no es negar la realidad cuando esta golpea y nos azotan los problemas, negar la realidad es de necios e idiotas, ser positivo va mucho más allá, se trata de decidir poner el foco en la solución en lugar de en el problema.
Ser optimista es pensar que las cosas van a ir bien y por lo general actuar bajo el optimismo es olvidarse de una de las herramientas más importantes del estoicismo, La visualización negativa.
LA VISUALIZACIÓN NEGATIVA
La mejor herramienta que tenemos en el estoicismo para responder a la pregunta ¿Qué es lo peor que puede pasar?
En respuesta a esta pregunta contamos con la visualización negativa , también conocido como praemeditatio malorum un ejercicio estoico que consiste en imaginar que nos ocurren las peores tragedias: pérdida de seres queridos, ruina, enfermedad, desprestigio, nos hace estar más presentes y valorar mucho más lo que ya disfrutamos hoy.
No te apegues a las cosas, en última instancia no importan. ¿Tu camiseta favorita? Un trozo de lana … Los estoicos van un paso más allá. Dicen que ni siquiera te apegues demasiado a tus seres queridos.
Cuando le des un beso a tu hijo o esposa, repítete a ti mismo:» Estoy besando a un mortal.
Epicteto.
La vida es efímera, y las personas que nos importan pueden ser arrebatadas de repente y sin previo aviso. Además, tú mismo eres mortal. Podrías morir mañana.
Mantenga la muerte y el exilio ante sus ojos todos los días, junto con todo lo que parece terrible; al hacerlo, nunca tendrá un pensamiento básico ni tendrá un deseo excesivo.
Epicteto.
Recuerda cuán preciosa es la vida aquí y ahora, y cuán preciosos son tus seres queridos, porque pronto se habrán ido. Aprecia lo que tienes y recuerda la impermanencia de las cosas.
Vas a caer Vas a perder a tus padres Vas a perder a tus amigos Vas a perder a tu pareja Deja de creer que no vas a caer.
HOMINEM TE ESSE MEMENTO!
Los senadores y generales de la antigua Roma solían tener un esclavo a su espalda durante sus marchas triunfales mientras le sujetaban la corona y les repetían «Memento mori» para recordarles su origen y mantener los pies en la tierra.
Hominem te esse memento! «¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre» (y no un dios).
La mayoría del público tendría sus ojos pegados al victorioso general en el frente, uno de los lugares más codiciados durante la época romana.
Solo unos pocos notarían al ayudante en la parte trasera, justo detrás del comandante, susurrándole al oído: «Recuerda, eres mortal». ¡Qué recordatorio escuchar en la cima de la gloria y la victoria!
Puedes dejar la vida ahora mismo. Deja que esa determinación influya en lo que vas a decir o hacer.
Marco Aurelio.
MEMENTO MORI
Para nosotros esto suena como una idea horrible. ¿Quién quiere pensar en la muerte? Pero, ¿qué pasaría si en lugar de tener miedo y no querer abrazar esta realidad hiciéramos lo contrario? ¿Qué pasaría si reflexionar y meditar sobre ese hecho fuera una simple clave para vivir la vida al máximo?
Practicar la muerte es practicar la libertad. Un hombre que aprendió a morir no aprendió a ser esclavo.
Montaigne.
Comenzar a meditar sobre tu mortalidadNO ES DEPRIMENTE solo es deprimente si pierdes el foco.
De hecho, es una herramienta para crear propósito y significado. Una herramienta que las generaciones han utilizado para crear una perspectiva y urgencia reales. Debes tratar al tiempo como un regalo y para no desperdiciarlo en lo trivial y en vano.
LLÉVALO A LA PRÁCTICA
La muerte no hace que la vida carezca de sentido, sino que tiene un propósito, y afortunadamente, no tenemos que morir casi para aprovechar esto.
Un simple recordatorio puede acercarnos a vivir la vida que queremos.
Praemeditatio Malorum, expresión en latín que significa el ejercicio de la visualización negativa.
Ahora no tienes un esclavo que te recuerde estas cosas, así que será mejor que lo hagas tú mismo. Tómate un segundo para meditar sobre tu propia mortalidad. La vida en la tierra es limitada, solo es prestada y no sabes cuándo tienes que devolverla. Aprovecha el tiempo al máximo y siempre recuerda:
Es muy probable que alguna vez hayas tenido algo que te preocupa, te provoca ansias o te da miedo (a veces sabes exactamente qué es y a veces no). No es raro que dichas preocupaciones o miedos queden revoloteando en tu cabeza y te generen malestar. Lo que las personas suelen intentar hacer en estos casos es suprimir o eliminar estos pensamientos. Desafortunadamente, como muchos estudios han demostrado, la supresión de pensamientos no funciona (Wegner y cols, 1987, Wegner, 1994, Salkovskis y Reynolds, 1994, Wegner y Gold, 1995, Patrie y cols, 1998, , Wenzlaff y Wegner, 2000, Marcks y Woods, 2005). Irónicamente, tratar de sacar esos pensamientos fuera de nuestras mentes solo los hace volver con más intensidad. Es un descubrimiento muy frustrante, pero que ha sido replicado experimentalmente una y otra vez.
Esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué alternativas existen para librarse de los pensamiento que preferiríamos no tener dando vueltas en nuestras cabezas?
1. Distracción enfocada:
Es aquella tendencia natural cuando intentas desconectar tu mente, es decir, tratas de pensar en algo más para distraerte. Cuando la mente deambula buscando nuevas cosas en que enfocarse, en una de esas, te deja en paz. La distracción si funciona pero raramente lo suficiente; los estudios sugieren que es mejor distraerse con una cosa antes que dejar que la mente divague. Esto es así porque una mente sin objetivo está asociada con infelicidad; es mejor concentrarse en, por ejemplo, una pieza de música, un programa de TV o una tarea.
2. Evita el estrés:
Otro método intuitivo para evitar los pensamientos persistentes es ponernos bajo estrés. Lo que se piensa cuando se hace esto es que la prisa nos dejará con poca energía mental para los pensamientos que nos están causando problemas. Cuando se prueba científicamente, no termina siendo un buen abordaje de la cuestión. De hecho, en vez de ser una distracción, el estrés hace que los pensamientos indeseados vuelvan con más fuerza, así que ciertamente no debería ser usado como una forma de evitar pensamientos displacenteros.
3. Posponer el pensamiento para más tarde:
Mientras que tratar continuamente de suprimir un pensamiento lo hace más intenso, posponerlo puede funcionar. Investigadores han tratado de pedirles a personas con pensamientos persistentes, que pospongan sus preocupaciones hasta un tiempo designado de 30 minutos, el “período de preocupación”. Algunos estudios sugieren que las personas encuentran que esto funciona como una forma de dejar de lado la supresión de pensamientos. Así que guarda todas tus preocupaciones para un período designado y así puedes aliviar tu mente el resto del tiempo.
4. Terapia paradojal:
¿Qué pasaría si, en vez de tratar de suprimir un pensamiento repetitivo de preocupación, por ejemplo sobre muerte, lo buscas y te concentras en él?Parece paradojal pero concentrarse en un pensamiento puede ayudar a que se vaya, sin embargo algunas investigaciones sugieren que esto no funciona. Está basado en la ya hace mucho tiempo establecida, ‘terapia de exposición’: esto es cuando, por ejemplo, los aracnofóbicos son lentamente expuestos a arañas, hasta que el miedo empieza a irse. Esta técnica no es para los débiles de corazón, pero los estudios sugieren que puede ser útil cuando se usa para luchar contra pensamientos obsesivos y conductas compulsivas.
5. Aceptación:
En líneas similares, pero no tan directa, hay alguna evidencia de que tratar de aceptar los pensamientos no deseados en vez de batallar con ellos puede ser beneficioso. A continuación las instrucciones sacadas de un estudio que encontró un descenso en la angustia de los participantes: “Luchar con el blanco de tus pensamientos es como luchar en la arena movediza. Quiero que mires tus pensamientos. Imagina que están saliendo de tus oídos en pequeños letreros sostenidos por soldados marchando. Quiero que permitas a los soldados que marchen en frente tuyo, como un pequeño desfile. No discutas con los letreros, ni los evites, ni los hagas desaparecer. Solo miralos marchar” (Marcks y Woods, 2005, p. 440).
6. Medita:
Similar a la aceptación, el mindfulness budista promueve una actitud de compasión y no crítica hacia los pensamientos que revolotean en la mente. Este también puede ser un enfoque útil para pensamientos repetitivos indeseables.
7. Autoafirmación:
Es la última cura psicológica para todo. Envuelve pensar sobre tus rasgos y creencias positivas y se ha demostrado que incrementa la confianza social y el autocontrol, entre otros beneficios. También puede ser de ayuda con pensamientos repetitivos indeseados, aunque solo ha sido puesto a prueba experimentalmente unas pocas veces.
8. Escribe sobre ellos:
En contraste con la autoafirmación, escribir expresivamente (escribir sobre tus pensamientos y sentimientos más profundos) ha sido estudiado extensivamente y tiene varios beneficios en la salud física y mental (aunque generalmente el efecto es pequeño). Escribir emocionalmente sobre ti mismo, entonces, puede ayudarte a reducir pensamientos indeseados recurrentes.
A tener en cuenta
Por último, Wegner aclara que estas 8 técnicas no deberían tomarse como remedios o recomendaciones sino como lo que son, hipótesis y posibilidades. Dicho esto, solo queda agregar que posiblemente no te haga daño intentar ninguna de estas técnicas y probablemente, cualquiera de ellas son mejores que la supresión de pensamientos.
“La psicología no es una mera rama del sistema de salud pública, ni una simple extensión de la medicina, nuestra misión es mucho más amplia. Hemos olvidado nuestro objetivo primigenio, que es el hacer mejor la vida de todas las personas”
Martin Seligman
Significado
El modelo perma o teoría del bienestar es esencialmente una teoría de elección no forzada, se trata de una descripción de lo que las personas eligen libremente para incrementar su bienestar. Este modelo recoge las bases y los indicadores del bienestar, para conseguir sentirse bien, estar positivos y mantener esa actitud y sensación el mayor tiempo posible del día a día y de la vida.
Martin Seligman y Modelo Perma
Martin Seligman, psicólogo y escritor estadounidense, es considerado el principal fundador y padre de la Psicología Positiva y en este post vamos a detallar la teoría del bienestar o modelo perma, su última y más reciente contribución en esta disciplina y que es una evolución de su primera propuesta “Las 3 vías hacia la felicidad” que lanzó en el año 1999.
Perma constituye un acrónimo que engloba los 5 factores principales sobre los que circunda dicha teoría. De este modo, el desarrollo y la mejora de cada uno de ellos serán de gran ayuda para incrementar nuestros niveles de satisfacción y motivación.
Eso sí, cada elemento del modelo perma ha de cumplir con ciertas propiedades para poder ser considerado dentro de esta teoría:
Que contribuya al bienestar.
Que las personas lo elijan por su propio bien y no sólo como método para obtener cualquiera de las otras variables.
Que se defina y se mida de forma independiente al resto de variables del modelo.
5 Factores Principales
Así pues, los 5 factores del modelo perma son los siguientes:
P: “Positive Emotions”. Emociones positivas. Supone aumentar la cantidad de emociones positivas, no a costa del intercambio o transposición con las negativas, sino como herramienta para lidiar con ellas. Las emociones positivas nos permiten experimentar bienestar en nuestras vidas, ejemplos de ellas pueden ser la paz, la gratitud, la satisfacción, el placer, la inspiración, la esperanza, la curiosidad o el amor.
E: “Engagement”. Compromiso. Se trata de una especie de pacto o de acuerdo con nosotros mismos y con nuestras fortalezas, a fin de alcanzar una sintonía entre ambos que nos sitúe en un estado de armonía, de afinidad, de flujo de conciencia. Esto es, el compromiso en la búsqueda de aquellas actividades que nos permitan entrar en “flow”, o el estado óptimo de activación. Y es que cuando nos comprometemos con una tarea o con un proyecto experimentamos un estado de flujo donde el tiempo parece detenerse y perdemos nuestro sentido de nosotros mismos, concentrándonos intensamente en el presente.
R: “Relationships”. Relaciones positivas. Bajo nuestra innegable condición de seres sociales resulta obvio afirmar que este factor resulte indispensable para la consecución de nuestro bienestar. En mayor o menor medida todos y cada uno de nosotros tenemos relaciones con los demás, más o menos intensas, pero que, al fin y al cabo suponen un factor de protección y de apoyo extremadamente poderoso y por ende, importante y necesario. Por ello, fomentar este aspecto puede favorecer de forma sustancial nuestra felicidad. Así pues, este factor hace referencia a mejorar nuestras relaciones personales, lo que también implica la mejora de nuestras habilidades personales.
M: “Meaning and purpose”. Propósito y significado. Este factor se refiere a la búsqueda de la pertenencia a algo más grande que uno mismo. Comporta la idea de que el sentido de nuestra vida vaya más allá de nosotros mismos. De este modo, a cada objetivo alcanzado, a cada meta obtenida, a cada propósito logrado le subyace un significado relevante que lo imbuye de un sentido trascendental. Todos necesitamos darle un sentido a nuestras vidas para tener un sentido del bienestar.
A: “Accomplishment”. Éxito y sentido del logro. Implica establecer metas, las cuales, una vez alcanzadas servirán para sentirnos competentes fomentando nuestra propia autonomía. Esto es, conseguir objetivos aparejado a la mejora de nuestras habilidades.
Cuando conseguimos cubrir todos estos ámbitos, podemos tener un bienestar sostenible y pleno. En este sentido, Seligman aclara que no debemos intentar cultivar ni promover todos y cada uno de los factores del modelo perma por igual, ni tan siquiera de un modo obligado o impositivo, sino que hemos de procurar fomentar los factores con los que nos identifiquemos y nos sintamos más cómodos sin necesidad de hipotecar nuestro propio bienestar. Al fin y al cabo este modelo va directamente dirigido a potenciar nuestro confort, objetivo que, por otra parte, no será alcanzado de un modo forzoso.
Es el propio Seligman el que formula de forma explícita que el modelo perma constituye una “descripción” de lo que hace la gente con una felicidad y bienestar auténticos, y no una “prescripción”, es decir, no supone una fórmula exacta para todas las personas.
Puedes leer más sobre el trabajo de Martin Seligman visitando la web más importante de Psicología Positiva a nivel mundial aquí.
Castro, S. (2021). Modelo PERMA. Recuperado 9 de septiembre de 2021, de Instituto Europeo de Psicología Positiva website: https://www.iepp.es/modelo-perma/
La indefensión aprendida es tal vez uno de esos fenómenos psicológicos cuya importancia afecta al plano existencial del ser humano, y cuya investigación y respuestas que la ciencia arroje al respecto deben ser capaces de mejorar la forma en que nos relacionamos los unos con los otros. Minimizar la indefensión aprendida supondrá un avance tanto para la sociedad como para las personas en particular.
Pero, ¿qué es exactamente la indefensión aprendida, y por qué razón es tan importante conocer este concepto? .
La indefensión aprendida: un síndrome a considerar
La indefensión aprendida es algo que puede afectar a personas tan cercanas como lo puede ser un familiar e incluso a uno mismo. No es, por ende, solo un concepto académico sin relevancia en la realidad, sino algo que afecta la vida diaria de muchas personas y, en no pocas ocasiones, la vida de ellas puede depender del auxilio efectivo de algún familiar o profesional de la salud mental que trate de mitigar esta conducta aprendida y disfuncional.
¿Qué es la indefensión aprendida?
Pero ¿qué es exactamente la indefensión aprendida?
A grandes rasgos, se refiere a la condición por la cual una persona o animal se inhibe ante situaciones aversivas o dolorosas cuando las acciones para evitarlo no han sido fructíferas, terminando por desarrollar pasividad ante este tipo de situaciones. Entender la forma en que se desarrolla dicho fenómeno es vital para poder comprender y ayudar a las personas que sufren este sesgo psicológico, puesto que puede ser una creencia limitante que actúe como un fuerte lastre para su desarrollo personal y su autoestima.
Los aportes de Martin Seligman, el investigador que descubrió la indefensión aprendida
Seligman y Overmaier fueron de los primeros investigadores que se plantearon la cuestión sobre por qué un animal o una persona que sufría en sus propias carnes condiciones adversas y dolorosas constantes no hacía nada para abandonar dicha situación. Este hallazgo fue reportado en investigaciones con perros, y fueron seguidos posteriormente por algunos investigadores como Watson y Ramey, que estudiaron la indefensión aprendida en seres humanos.
Por otra parte, no hay una situación en específico que genere la indefensión, es decir, muchas personas pueden vivir la misma situación adversa (incluso de manera grupal) y sin embargo reaccionar diferente ante ella. Fue Bernard Weiner quien consideró la influencia de la interpretación y la percepción que cada individuo tiene del evento en el desarrollo de la indefensión y también en la forma de afrontarla.
Señales de la indefensión aprendida
Cuando alguien cae en la indefensión, lo manifiesta en tres déficits: El motivacional, el emocional y cognitivo. Una persona que empieza a caer en la indefensión o que ya sufre de ella comienza a mostrar un retraso en la iniciación de respuesta voluntarias hasta que poco a poco deja de haberlas (déficit motivacional). De igual forma, comienzan a existir una serie de desórdenes conductuales, siendo los más habituales los estado de ansiedad y la depresión (déficit emocional), que van haciendo mella hasta el punto de que el afectado es incapaz de ver soluciones al problema que le atormenta (déficit cognitivo).
La respuesta a la pregunta de por qué no hace nada una persona en una situación claramente por salir de ella radica justamente en la afectación integral no solo de estos tres ámbitos (motivacional, emocional y cognitivo) sino también a nivel fisiológico. En una palabra, toda su persona, los distintos ámbitos psíquicos y somáticos, se sumen en dicho síndrome. En consecuencia, no bastará con tomar la decisión de romper con el ciclo negativo sino que implica desaprender la forma en que se procesa la situación aversiva o dolorosa.
¿Por qué algunas personas desarrollan indefensión aprendida?
¿Cómo se llega a la indefensión? Una forma fácil de entenderlo es la historia de las ranas. Se dice que para cocinar a una rana viva es necesario meterla en el agua fría e ir aumentado poco a poco el calor hasta que ésta hierva. En cambio, si para cocinar la misma rana decidimos echarla al agua ya hirviendo, la rana saltará; escapará del agua hirviendo. Con este ejemplo quiero explicar que la indefensión aprendida es un esquema de pensamiento que se desarrolla de forma gradual y que poco a poco carcome las fortalezas psíquicas y corporales hasta el punto de doblegar la voluntad.
Lo triste a considerar es la facilidad con la que se puede llegar a desarrollar la indefensión aprendida. Todos somos vulnerables de adoptar este tipo de esquemas de pensamiento, pues pocas veces existe una educación emocional para poder enfrentarnos a ello.
Basta con exponer continuamente a la posible víctima a circunstancias adversas, bajarle la moral, sobrecargarla de trabajo, cerrarle el apoyo externo durante un tiempo prolongado y de forma reiterada. La persona que ha sido tratada de este modo no tardará en manifestar déficits en los ámbitos ya mencionados: afectivo, emocional, cognitivo e incluso somático. Y no, no es algo que no pase todos los días: la violencia familiar y/o la violencia de pareja son ejemplos comunes en los que se suelen percibir distintos grados de indefensión aprendida por parte de la víctima.
Pero no son estos los únicos escenarios en que se pueden generar patrones relacionales que pueden desembocar en indefensión aprendida. La hay en la escuela, en el trabajo, en los grupos de amigos… Los estilos comunicativos y relacionales que generan indefensión aprendida no necesariamente se traducen en violencia física. En muchos casos, la violencia puede ser de tipo psicológico, económico, moral, entre otros.
Solucionar la indefensión aprendida
En cuanto a la necesidad de generar dinámicas para tratar de ayudar a una persona con indefensión aprendida, cabe decir varias cosas. De poco ayuda que alguien intente ayudar repitiéndole constantemente a la víctima lo que debería hacer o cómo debería pensar. Sería como querer decirle a un enfermo de gripe que no se sienta mal: tanto el virus de la gripe como los esquemas mentales que llevan a la indefensión aprendida están lo suficientemente enraizados en la persona como para resistir a unas meras palabras bienintencionadas o a unos consejos sumarios sobre cómo sobrellevar la situación.
En efecto, la persona que sufre indefensión aprendida no se siente mal porque quiera sino porque su psique ha consolidado esquemas disfuncionales que le inhiben a la hora de cambiar su propia situación. Por tanto, es necesario desestigmatizar a la víctima. Entender que ha perdido la capacidad de ver las soluciones que otros sin el problema pueden ver y que la ayuda que requiere no es solo que los demás le digan lo que “debería” o “no debería” hacer, sino reafirmarle en su capacidad y en su autoestima; devolverle el control a su vida para que sea capaz de tomar las riendas sobre aquello que en su momento veía sin solución.
1. Terapia psicológica para tratar estos casos
A este respecto, existen profesionales de la salud mental que pueden tratar los casos de personas con indefensión aprendida. Una de las terapias más frecuentemente empleadas para este fin es la terapia cognitivo-conductual. A través de varias sesiones, el psicólogo ayudará al paciente a restructurar sus pensamientos y emociones, así como las conductas aprendidas que le impiden salir adelante.
Para finalizar, la indefensión no es un asunto meramente individual. Se puede hacer “viral”, si se me permite la expresión. Es decir, que la indefensión se puede contagiar a toda una sociedad o a un grupo social. La Segunda Guerra Mundial fue un caso extremo donde se puso de manifiesto toda la crueldad de la que el ser humano es capaz, y los campos de concentración nazis fueron testigo de miles de seres humanos que, habiendo perdido toda esperanza de sobrevivir, prácticamente se entregaron a la muerte.
De todos modos, no es necesario irse tan lejos en el tiempo o en el espacio. La violencia familiar, el bullying, el mobbing son tan solo algunos ejemplos cotidianos que nos demuestran que este fenómeno es bien presente en nuestras sociedades. De nosotros depende empezar a tomar conciencia de ello y luchar no solo por minimizar sus efectos, sino también por combatir sus causas.
En esta escena de la película “Shrek”, el protagonista de nombre homónimo y su compañero “Asno” tienen que llegar al castillo para rescatar a la princesa Fiona que se haya en la más alta torre del castillo, estando éste custodiado por una dragona terrorífica. La misión de rescatarla es importante ya que, si lo consiguen, Shrek conseguirá la paz y tranquilidad en su hogar, una ciénaga que en ese momento se haya ocupada de criaturas fantásticas. Para llegar al castillo han de cruzar por un puente que está encima de un gran foso de lava. El puente tiene pinta de no ser muy seguro, pero el objetivo es claro para Shrek: “Ha de pasar para rescatar a la princesa y así poder volver a disfrutar de la paz de su ciénaga”. Asno, por su cuenta, no lo tiene tan claro e intenta convencer a Shrek de no pasar. Shrek lo convence diciéndole que “él estará ahí para ayudarle” pero a mitad del puente, Asno se tropieza y siente un miedo intenso. Desde el miedo que siente, se olvida del objetivo, y quiere volver atrás. Shrek se lo impide, volver atrás no es una opción. Él tiene claro lo que se encuentra en el otro lado del puente, lo importante que es para él. Shrek comienza a andar hacia delante y empuja poco a poco a Asno que va avanzando (sí, hacia atrás, pero avanzando) mientras Asno sigue empeñado en volver. ¡Está aterrorizado! Asno le pide que deje de mover el puente porque a cada movimiento, está más y más asustado. Shrek, lejos de parar, sigue moviendo el puente. Asno, centrado en su miedo y movilizado por Shrek, sigue andando hasta que observa que ya ha llegado al otro extremo del puente. Su reacción es de satisfacción y Shrek se lo refuerza.
Shrek y Asno serían las dos versiones de nosotros mismos que se dan lugar en el TOC:
Aquí Asno representa a nuestros miedos, a aquello con lo que, a partir de ahora, no vamos a querer identificarnos, pero de lo que no podemos huir. Asno siente miedo al ver el puente, que se encuentra en un estado mejorable y que sobrevuela el foso de lava. El sentimiento de huir, de evitar el problema surge. Pero ese miedo no es racional, básicamente porque huir les aleja de su destino y objetivo. Además, lo que no ve Asno es que el puente está bastante intacto (por muy viejo que se vea). En la mitad del puente, tropieza, la situación parece más peligrosa y huir (evitar) se intuye como más racional. Aun así y, ante unas ganas terribles de huir, cuando Shrek le bloquea el camino, Asno también va cediendo poco a poco, opone la resistencia justa y avanza caminando hacia atrás con los ojos cerrados. Asno hace un esfuerzo por dejarse llevar.
Shrek sería con lo que sí queremos identificarnos, el que sabe que para conseguir sus objetivos ha de pasar por estos momentos, pensamientos y emociones que ha estado evitando durante tanto tiempo. Shrek tiene claro hacia dónde quiere ir, asumiendo que ha de pasar por cosas que le serán desagradables, que le sacarán de su mal llamada “zona de confort”. Shrek no puede dejar a Asno atrás, forma parte del equipo y lo necesita para enfrentarse a la dragona. Por eso le insiste a pasar por el puente, dándole su apoyo. ACEPTA a Asno y sus miedos, y le proporciona una situación segura. Pero tampoco alimenta los miedos de Asno, los confronta y le hace que se siga exponiendo (cuando sigue moviendo el puente ante la petición de huir y evitar la situación de Asno). Al no dejar huir a Asno, Shrek le indica que ya está la mitad del camino hecho, le hace ser consciente de la situación, del PRESENTE. Sí, el puente se tambalea, hay lava debajo, pero lo que está haciendo que estén más tiempo sobre ese puente es, justamente, el que Asno esté “dándole vueltas” al FUTURO CATASTRÓFICO. Asno se bloquea, pero Shrek le incita a seguir, bajo la confrontación. Muy importante es ver cómo Shrek reconforta y refuerza a Asno al llegar al otro lado del puente. Sabe que no ha sido fácil para él, lo felicita porque Asno podría haberse resistido a no a avanzar y optó por dejarse llevar.
Podríamos ver en esta escena una metáfora de lo que es la Exposición con Prevención de Respuesta enfocada a los VALORES y, en resumen, parte de la terapia para manejar el TOC. Es importante cruzar el puente (EPR), pero ese puente lo cruzaremos mucho mejor siempre y cuando en el otro extremo tengamos una gran motivación para cruzarlo. Por supuesto que todas las personas no quieren sentir ese miedo y anhelan el bienestar, pero muchas veces el miedo supera al objetivo final. Es importante re-enmarcar esos objetivos, motivaciones y “para qué exponerse” ya que eso hará que la persona, poco a poco y con ayuda del terapeuta, de su entorno y de ella misma, vaya cruzando su puente.
Entre las décadas de 1940 y 1960 un médico británico ayudó a miles de mujeres a criar a sus bebés utilizando una herramienta poco conocida en la época: la psicología.
El psicoanalista y pediatra Donald Winnicott dio más de 60 charlas radiales en la BBC y se hizo famoso por desarrollar el concepto de lo que él llamó «la madre suficientemente buena«.
Hasta ese momento, la creencia generalizada era que las mujeres debían apuntar a ser madres perfectas, siguiendo al pie de la letra una serie de reglas para criar correctamente a sus bebés.
Médicos como el influyente experto en bienestar infantil Frederic Truby King sostenían que los bebés son como animales salvajes que deben ser domesticados.
A las madres se les decía que los niños debían ser alimentados en horarios fijos, que no podían ser alzados por más de 10 minutos y que no había que acurrucarlos o tratar de establecer un vínculo con ellos.
Pero Winnicott propuso algo muy diferente.
En su práctica médica privada notó que las mujeres de más bajos recursos, que no tenían acceso a los libros con los consejos de Truby King, seguían sus instintos a la hora de criar a sus hijos, y lo hacían sin problemas.
Por eso, cuando fue invitado a presentar una serie de charlas radiales, entre 1943 y 1966, incentivó a las madres a confiar en sus instintos maternales y a ignorar las reglas impuestas.
«Si la relación entre madre y bebé ha comenzado y se desarrolla de forma natural, no hay necesidad de implementar una técnica de alimentación, ni otros métodos», aseguró.
«Ambos, juntos, saben exactamente lo que es correcto, mejor de lo que cualquier persona externa podría saber».
«En estas circunstancias», señaló, «un bebé tomará la cantidad correcta de leche, a la velocidad correcta, y sabrá cuándo parar».
Winnicott explicó que «todo el proceso físico funciona simplemente porque la relación emocional se desarrolla con naturalidad«.
Psicología disimulada
La psicoanalista retirada Jennifer Johns, quien entrenó con Winnicott durante los últimos años de la vida del pediatra -quien falleció en 1971-, le dijo al programa Witness History, de la BBC, que una de sus virtudes era que introducía conceptos psicológicos de forma muy natural y fácil de entender.
En esa época, había poca comprensión sobre el psicoanálisis. Muchos incluso lo miraban con escepticismo.
Pero Johns dice que la forma sencilla de hablar de Winnicott y el hecho de que no usaba términos técnicos hizo que pocos se dieran cuenta de que el pediatra usaba técnicas psicológicas.
«Sus ideas siempre tenían ese trasfondo psicoanalítico, pero no tenías por qué saber que eran psicoanalíticas. De hecho, creo que él probablemente pensaba que tendrían mayor difusión si no se sabía, porque la palabra psicoanálisis era un tanto repelente», señala.
Winnicott se había interesado en las ideas de Freud durante su juventud, y desarrolló un especial interés en entender cómo el inconsciente le da forma a nuestros pensamientos y acciones.
Johns cuenta que durante su carrera llegó a observar a unas 60.000 madres interactuando con sus bebés y eso le permitió «ver cómo algunas teorías psicoanalíticas cobraban vida frente a sus ojos».
Pie de foto,Winnicott incentivaba el vínculo cercano entre madre y niño.
«Creo que lo más importante es que sientas, sin dudas, que tu bebé es alguien a quien vale la pena conocer como persona», decía el experto.
«Nadie que venga a darte consejos sabrá esto jamás tan bien como lo sabes tú«.
Esta idea de que nadie sabe más sobre un bebé que su madre iba completamente a contramano de las creencias de la época en el mundo occidental.
No sean perfectas
Otra idea revolucionaria de Winnicott, que contradecía directamente los valores de su tiempo -e incluso los de hoy-, fue lo que llamó «la madre suficientemente buena».
Johns explica el concepto: «Uno escucha tan seguido a las madres jóvenes decir que desearían ser mamás perfectas, que quisieran hacer un mejor trabajo que el que hicieron sus propias madres y nunca decepcionar a este pequeño ser».
«Y el objetivo de él era decir: ‘Oye, solo tienes que ser suficientemente buena‘».
Winnicott no solo creía que no era necesario ser una mamá perfecta. Aseguraba que no era lo mejor para los bebés.
Pie de foto,Los consejos de Winnicott sobre no tratar de ser madres perfectas, les quitó un gran peso a muchas mujeres de la época.
Su teoría era que fallar era una parte necesaria de criar a un hijo, ya que, de esta forma, el niño aprende sobre la realidad de un mundo imperfecto.
«Si eres perfecta tu hijo no experimenta la imperfección», señala Johns. «Y no tiene que realizar sus propias adaptaciones a tus imperfecciones, que podrían fortalecer su desarrollo».
Un ejemplo que daba Winnicott es cuando una mujer tiene otro hijo y no tiene el tiempo que el niño o niña quisiera para dedicarle a él o ella.
«Todo lo que absorbe el tiempo de la madre puede generar celos, como otro bebé. Realmente creo que los niños que han sentido celos y han logrado aceptarlo salen beneficiados por esa experiencia«, dijo.
Objeto transicional
Aunque Winnicott no logró el reconocimiento internacional que tuvieron otros expertos en crianza, sí hizo un aporte muy famoso. Fue quien introdujo el concepto del objeto transicional.
Él creía que un bebé es tan dependiente de quien lo cuida que no puede ser considerado como un ser separado de su madre. Postuló que, de hecho, el bebé no se siente separado.
Fue esto lo que lo llevó a hablar sobre la importancia del objeto de apego, un concepto que desarrolló junto con su principal colaboradora, su segunda esposa, la psicoanalista, trabajadora social y docente Clare Winnicott.
«Ese primer objeto que tu bebé ama, una mantita o un peluche, para el infante esto es casi parte de su ser. Y si se lo sacan o lo lavan el resultado es desastre», explicó el experto.
Pie de foto,El psicoanalista explicó por qué los objetos de apego son tan importantes para los bebés.
Johns señala que hasta entonces se pensaba que esta aparente obsesión del bebé era algo malo.
«La gente se preocupaba de que el niño se estaba tornando patológicamente dependiente de un objeto», explica. «Fue él quien dijo: ‘Esto es normal, esto es lo que hacen los niños'».
«Él lo explicó como una especie de puente, para que la realidad externa pudiera ser descubierta por el infante», afirma.
Influencia
Más allá de sus valiosos aportes, Johns resalta que Winnicott no buscaba convertirse en un revolucionario de la crianza infantil.
Tampoco quería decirles a las mujeres qué hacer.
«Simplemente quería tener una influencia similar a la que tiene una madre, siendo una persona que está a favor de las relaciones y que la gente crea en sí misma», dice.
«Las madres jóvenes buscan desesperadamente recibir instrucciones (sobre cómo criar a sus hijos), pero tienes que averiguarlo tú misma, escuchándote a ti y a tu bebé», resume.
Pie de foto,Donald Winnicott falleció en Londres, en 1971. Tenía 74 años.
O como lo describió el propio Winnicott:
«Hay lugar para todo tipo de madres en el mundo, y algunas serán buenas en una cosa y otras en otra cosa -o más bien debería decir, algunas serán malas en algunas cosas y otras en otras cosas-«.
«Quiero alentarlas a mantener y defender esta sabiduría especial, no puede ser enseñada«.
Donald Winnicott, el pediatra y psicoanalista británico que le dijo a las madres que era mejor no ser perfectas. (2021). Recuperado 12 de agosto de 2021, de BBC website: https://www.bbc.com/mundo/noticias-55009831
La app para el acompañamiento de personas con consumo problemático
Vlov es una nueva aplicación para el acompañamiento de personas que sufren adicciones. «Muchas veces en salud mental, y en adicciones en particular, trabajamos con herramientas muy antiguas. Este tipo de cosas mueve el tablero», la presenta su creador, el psiquiatra Federico Pavlovsky. La herramienta fue elaborada a lo largo de dos años, «en un 100 por ciento» en base a su experiencia con Dispositivo Pavlovsky, tratamiento ambulatorio e intensivo que dirige desde 2010 para personas con consumo problemático de sustancias.
Si bien puede haber otras apps pensadas para los mismos destinatarios, lo singular de Vlov está en que no apunta simplemente a un registro para el propio usuario, sino que aparte busca potenciar el vínculo con el terapeuta. Es decir, su uso se recomienda bajo la guía de un profesional. Ya está disponible para su descarga gratuita. Al ingresar hay que completar algunos datos, entre ellos la adicción que se pretende trabajar (policonsumo, alcohol, nicotina, cannabis y cocaína son las opciones). Tiene, entre otras funciones, un contador de sobriedad que permite al usuario visualizar el tiempo transcurrido desde su última recaída y el dinero que lleva ahorrado por cada día sin consumir, audios para meditar y un registro de estado emocional para completar cada día. También un protocolo de crisis con sugerencias para momentos críticos y un botón de emergencia para que llegue una ambulancia.
«El teléfono es una cosa tan cercana y cotidiana… me parece muy loco no utilizarlo. En algunos tratamientos es visto como elemento de consumo, entonces se lo quitan al paciente. Creo que este tipo de tecnologías aumenta el acceso de los pacientes a los tratamientos y que la tecnología puede ser un puente«, sugiere el magister en Prevención y Tratamiento de Conductas Adictivas y en Terapia Cognitiva y Conductas Adictivas, quien además se explaya sobre distintas resonancias en torno al caso de Chano.
–¿Qué muestra a la sociedad el caso de Chano?
–Los profesionales de la salud que trabajamos con adicciones vemos estas cosas todos los días, pero cuando ocurre un caso mediático de esta dimensión, y con estas coordenadas además dramáticas, la gente se asusta, se angustia. Esta es la severidad cotidiana de los consumos compulsivos. Las adicciones son un trastorno mental; están muchas veces devaluadas. El paciente con una adicción tiene un alto estigma social, no tiene acceso a hospitales, es perseguido por el Código Penal. Incluso los profesionales de la salud mental tienen prejuicios con las adicciones. Muchas veces llega a un hospital una persona con una intoxicación y no es bienvenida. Hoy las adicciones son el segundo o tercer motivo de consulta de la población en salud mental, porque la pandemia aumentó los consumos problemáticos de algunas drogas, en particular del alcohol, los psicofármacos, el cannabis. Las adicciones no pueden formar parte del abanico o del campo de acción de las fuerzas de seguridad, tienen que ser entendidas desde una perspectiva de salud pública o mental. Se emparenta todo el tiempo al consumidor con un paria social, una persona mala, negativa, mentirosa, el narcotráfico. Hay toda una gran confusión, respecto de si el consumidor es una amenaza social en términos de seguridad o un paciente con un problema mental crónico que requiere ayuda y en muchos casos no la recibe. En la participación del equipo de salud mental en emergencias hay muchas cosas que mejorar, protocolos que establecer y rubricar. Algunos aspectos de la aplicación de la ley (de Salud Mental) no están funcionando. Este caso puede ser una bisagra.
–¿Por qué la sociedad no empatiza con el adicto?
–Ser adicto es algo muy mal visto, ni le digo las mujeres que consumen, las madres. Nos sentimos más cómodos interpretando que el adicto es esa persona tipo homeless, «pibe chorro». Pero la adicción número 1 es el alcohol y quienes lo consumen de manera problemática están dentro del sistema. En su momento hubo leprosarios, se aislaban enfermedades… con las adicciones se da una paradoja muy grande. Vivimos en una sociedad de consumo compulsivo y al mismo tiempo las personas que se enferman pasan a una segunda o tercera categoría. Básicamente, sólo una de cada diez accede a un tratamiento. Y para los profesionales de la salud atender personas con adicciones es frustrante, requiere mucho tiempo y energía, el paradigma del éxito y el fracaso se desmorona. Estamos preparados para la búsqueda de un bienestar que muchas veces es ideal. Genera a nivel social y familiar sentimientos muy angustiantes. Por otro lado, los profesionales también se sienten muy angustiados, descorazonados, frustrados. Oscilamos. Te empieza a ir bien con un paciente o grupo y aparece la omnipotencia. De pronto los pacientes tienen días difíciles, abandonan, recaen, fallecen, y los terapeutas pasamos a sentir que somos un desastre. El éxito no pasa solamente por la sobriedad, sino también por que la persona no esté criminalizada, tenga un proyecto de vida, pueda hacer una interrupción o reducción del consumo, tenga acceso al sistema médico.
–¿Cuáles son los aportes de la nueva aplicación?
—Lo que tiene de novedoso es que no es para adjuntar información, para que quede en la aplicación tipo «cuántas calorías comiste» o «cuántos pasos diste». Uno interacciona con ella para trabajar en conjunto con el terapeuta y darle avisos, exportarle información. Puede ser usada por pacientes y sus terapeutas, coachs, padrinos… no siempre es un profesional de la salud mental el que guía el tratamiento. Hay propuestas como Alcohólicos o Narcóticos Anónimos, cuyo trabajo es increíble: son emprendimientos generados por pacientes para ayudar pacientes. Han estado a la altura de las circunstancias, no dejan de crecer y ofrecen respuesta a mucha gente. Otra clave de la aplicación es que se basa en el autorreporte. Toda la información le llega en el momento al terapeuta. Además, cada 15 días, una vez por mes, exportás un PDF a su mail y tiene algo así como una historia clínica del paciente armada por el paciente. Esto va en contra del viejo mito de que todos los adictos mienten todo el tiempo.En nuestra experiencia terapéutica no es así: mienten cuando nadie los quiere escuchar o va a haber algún tipo de consecuencia indeseada. La aplicación implica un cambio de paradigma respecto del peso de la palabra de la persona que consume. Finalmente, lleva el tratamiento a la vida cotidiana. La vida de una persona en consumo es tremendamente adrenalínica, compulsiva, muy loca –con la gira, la resaca–, y a veces los tratamientos son tibios, moderados, lentos, no adrenalínicos. Una persona con una adicción de todos los días, de hace diez años, quizá ve al psicólogo o psiquiatra una vez cada 15 días. Los pacientes pasan por abstinencias, intoxicaciones, resacas, black outs… de pronto van al psicólogo y no recuerdan qué hicieron la semana pasada o cuándo tuvieron una recaída. Acá se arma un mapa de ruta que ayuda a jerarquizar esa información.
Hábitos atómicos es la compilación del conocimiento sobre la creación de hábitos de James Clear, escritor y consultor especializado en eficacia personal al que llevo leyendo durante años.
Cuando hablamos sobre la creación de hábitos tengo la sensación de hablar siempre de lo mismo. El libro me ha permitido profundizar en ciertos aspectos y sobre todo disponer de una visión de conjunto de la “disciplina”.
Lo que vas a leer a continuación no es un comentario sobre el libro. Son el conjunto de ideas y conceptos, a mi opinión, más destacados.
El ciclo de los hábitos
Cualquier hábito puede desglosarse en cuatro pasos:
Señal. Una disparador que sugiere una recompensa e inicia el proceso. Olor a comida una leve ansiedad, un sonido, una vibración…
Anhelo. La motivación para cambiar algo para obtener dicha recompensa. El deseo de un cigarrillo, comer algo …
Respuesta. Las acciones necesarias para obtener la recompensa.
Recompensa. La satisfacción obtenida como retorno del cambio y lo que te empuja a hacerlo de nuevo.
El ciclo de reacción recompensa refuerza los comportamientos positivos o negativos, arraigando su implantación.
La fuerza del interés compuesto
Los hábitos son un proceso similar al interés compuesto. Acumular una mejorar de un 1% cada día lleva a ganancias inimaginables a largo plazo.
No pienses en ellos como un objetivo si no como un proceso de mejora continua. Al cambiar la mentalidad te darás cuenta de la necesidad de crear un sistema que facilite los cambios.
Los momentos decisivos, los puntos de inflexión son fruto de la preparación previa, de un gran conjunto de pequeñas mejoras que te han permitido crear y aprovechar el momento clave.
“Un cantero para hender una piedra por un punto concreto no da un golpe fuerte y seco, lo hace con multitud de golpes constantes y medidos”
Al crear o corregir un hábito se produce resistencia porque estamos cruzando el que James Clear llama la meseta del potencial oculto. Llevas a cabo la acción, pones en práctica el hábito sin recompensa aparente, pero una vez superada esta fase se experimenta un cambio repentino
Los hábitos son una cuestión de identidad
Cambiar de hábitos significa cambiar tu identidad. Transformarte en una versión mejor de ti mismo.
Hacerlo no significa cambiar la forma de hacer las cosas o los resultados obtenidos, esto será la consecuencia de un cambio a un nivel más profundo. Para que los cambios logrados no se desvanezcan necesitas editar tus creencias, actualizar y ampliar tu identidad.
Los hábitos importan no para obtener mejores resultados – que pueden hacerlo- sino porque pueden cambiar las creencias sobre uno mismo.
Las cuatro leyes del cambio
Las cuatro leyes del cambio de conducta son un sencillo conjunto de reglas que podemos utilizar para construir mejores hábitos:
Hacerlo evidente. Toma medidas para hacerlo inevitable. Quieres comer más fruta? Ponte-en una pieza a la bolsa con tu desayuno o comida.
Hacerlo atractivo. Crea los condicionantes para “enriquecer” la experiencia. ¿Quieres salir a corre? Queda con tus amigos o hazlo con alguien que tengas ganas de ver!
Facilitar-lo. Reduce las fricciones que sirven como pretexto para “darle la espalda”. Una alarma como recordatorio que debes meditar.
Hacerlo satisfactorio. Crea un añadido que te invite a volverlo a hacer. Un sabroso bocadillo después de hacer deporte o un buen café después de una tarea exigente.
Siempre insistimos que un hábito es un comportamiento que se convierte en automático a través de la repetición. Es más que eso, su propósito final es resolver problemas de la vida diaria con la menor cantidad y energía posible.
Encadena tus hábitos
La mejor forma de poner en marcha un nuevo hábito es llevarlo a cabo después de algo que hagas cada día. Después de levantarte, después de desayunar … o de otro hábito ya asimilado.
¿Quieres leer un poco más? ¿Pues qué tal hacerlo después de cenar?
Otra opción es agruparla con alguna otra que te apetezca hacer para convertirla en irresistible.
¿No te apetece nada limpiar la cocina? ¿Qué tal si lo compaginas escuchando tus canciones favoritas?
Modificar el entorno
Modificar el entorno nos ayuda a dar forma a nuestros hábitos. Pequeños cambios en el entorno nos ayudan a encauzar nuestras acciones.
“Cambia el entorno para facilitar los buenos hábitos y dificultar los malos”
El autocontrol no es efectivo. Es una estrategia a corto plazo, convierte las tentaciones en invisibles, apartado de ellas. Haz de tus malos hábitos algo invisible.
El entorno también son las personas. Forma parte de un grupo donde el hábito que deseas implementar forme parte de su “cultura“. Queremos implementar aquellos hábitos nos aportan elogio, respeto y prestigio.
Crear y repetir
Se trata de ir poco a poco pero siempre adelante.
Hacer una acción lo más pequeña posible para trabajar cada día en tu hábito. Repetir cada día esta acción para convertirla en parte integrada de la rutina.
La repetición es más importante que el volumen o la importancia de la acción en sí. Lo importante es llevarlo a la práctica no en la velocidad y en la calidad del resultado.
Cuando hablamos de un pequeño cambio pensamos en acciones nimias, ridículas. Fíjate un punto para iniciar tu hábito y dedícale 2 minutos para ponerlo en marcha.
¿Qué puedes hacer con dos minutos? 10 flexiones, preparar la ropa para salir a correr, escribir dos líneas de un post …
Cada día dedica estos dos minutos, cuando te sientas seguro incrementa esto y dedica 2 minutos más a la siguiente acción que requiere el hábito.
Ritualiza el proceso, estandarízalo antes de mejorar.
Uso de la tecnología
La tecnología se debe utilizar para automatizar los hábitos, para hacerlos inevitables. Programar una transferencia el primer día de cada mes de la cuenta corriente a la cuenta de ahorro para evitar afrontar la decisión (y procrastinar-la) cada 30 días.
Utiliza la tecnología para neutralizar el coste de decisión.
Aprovechar la eficiencia evolutiva
Los humanos no estamos programados para demorar la recompensa, priorizamos la ganancia inmediata. Eficiencia evolutiva.
Si después de superar la resistencia al implementar un nuevo hábito nos damos una pequeña recompensa nos condicionamos. Nos estaremos “adiestrando” para volverlo a hacer.
Del mismo modo, si asociamos algo desagradable a un mal hábito crearemos una presión en sentido contrario. Creamos una carga negativa a nivel inconsciente para facilitar su supresión.
Medir los hábitos
Medir los hábitos es importante. Observar su progreso nos motiva y nos sirve de alerta para implementar correcciones.
El autor nos invita a disponer de una hoja o sistema similar donde realizar una marca cada día que practicamos con éxito el hábito. Su consecución formará una cadena indicando el progreso de nuestra empresa.
Aparte de ser un recordatorio para realizar el hábito en cuestión, si un día no se llevó a cabo salta la alarma y nos urge a implementarlo el siguiente día sin falta.
Una vez más una idea simple pero poderosa que retroalimenta la motivación y el compromiso.
El sicólogo clínico y crítico cultural Jordan Peterson, recientemente enfrentado a Slavoj Žižek en un debate con millones de espectadores, rompió la taquilla también en librerías con una simple tabla de recomendaciones para la vida, la que empezó como un posteo en Quora y terminó con él girando y debatiendo por diversos lugares del mundo.
Jordan Peterson es un personaje polémico. Qué duda cabe. Famosos son sus videos debatiendo sobre las vicisitudes del posmodernismo mano a mano con quien se le ponga enfrente. Pero hoy no hablaremos del duro Peterson, que saca ronchas en los movimientos sociales cuando se refiere al marxismo o el binomio «opresor versus oprimido» —que, según él, prolifera en los distintos ambientes en que nos desenvolvemos y nos impide desarrollar todo nuestro potencial como seres humanos.
Hoy hablaremos del Peterson autor y particularmente de su libro más exitoso: 12 reglas para la vida: un antídoto al caos (2018, Planeta). El texto, secuela de Mapas del pensamiento, aborda una docena de consejos para la vida que lo llevaron a transformarse en uno de los más vendidos de 2017 —fecha de su publicación en inglés— y han puesto a su autor como referente de una generación de jóvenes en Estados Unidos, Canadá —lugar de nacimiento de Peterson— y todo el mundo.
La decena de reglas apareció una noche en que el doctor Peterson participaba en la red social Quora, cuando se animó a hacer una lista que sería valorada por miles de usuarios de esa red social. Pongan atención.
Regla número uno: camina derecho
En este, el primer capítulo de su libro, Jordan Peterson ejemplifica con algo que le trajo muchos problemas en diversos foros universitarios, podcast y programas de televisión en los que se prestó para debatir: equipara el sistema de recompensas de nuestros cerebros con el de las langostas, debido a la producción de serotonina.
¿Por qué? Según Peterson, las langostas derrotadas tienen menos probabilidades de conseguir éxito en los distintos ámbitos de su vida. Y la forma de evidenciar su derrota es en la postura encorvada que las acompaña. Ello les impide conseguir pareja y un lugar más alto en la jerarquía social de su propia especie.
Para el sicólogo, lo mismo es aplicable a los humanos: se debe caminar derecho en el más amplio sentido de la palabra, reconocer el propio origen y hacerse cargo de las vivencias personales de la forma más honesta posible. «Caminar derecho», funciona como una metáfora de asumir un destino y una misión, entregar algo a cambio de ello —remarca el concepto de sacrificio citando las costumbres de las religiones occidentales, particularmente la más penetrante que es el catolicismo— y, fundamentalmente, llevar una vida en que asumir responsabilidades es clave para ser las mejores personas posibles. Sin asumir responsabilidad, no caminas derecho, y sin ello, posiblemente sucumbas ante la vorágine de los tiempos modernos. Además, si corriges tu posición en la vida diaria, ves el mundo desde otro ángulo y por ende enfrentas los desafíos de tu vida desde una perspectiva distinta.
Regla número dos: trátate a ti mismo como alguien de quien eres responsable de ayudar
En este capítulo, el doctor Peterson busca ahondar en el concepto de autoestima —como en casi todo el libro— y ataca fundamentalmente nuestra responsabilidad a la hora de rescatarnos a nosotros mismos en los momentos de crisis. Es decir, si estás en problemas, asume que el primero al que tienes que acudir es a ti mismo y entrégate lo mejor que puedas. Peterson detalla en este punto un sistema de recompensas diario cuando consigues superar el tedio de levantarte por las mañanas. O sea, si haces algo que sabes que tienes que hacer, pero no estabas haciendo, entrégate una recompensa. Según el crítico cultural canadiense, si lo haces durante dos años lograrás reeducar tu sistema de vida a tal punto que serás capaz de salir de cualquier crisis antes de estar varado a la deriva esperando por ayuda.
Regla número tres: házte amigo de quienes quieran lo mejor para ti
Acá es la parte más personal del libro y una de las que cobra sentido de inmediato mediante los ejemplos. Si te rodeas de gente que no se rescata a sí misma y no «camina derecha», no esperes que hagan algo bueno por ti. Fundamentalmente, lo que postula Peterson acá es que construyas un sistema de auto respeto tan poderoso que termine por alejarte de forma consciente de los amigos que no te alientan a lograr más y mejores cosas, los que comienzan a relatar un logro propio cuando tú le estás comentando uno tuyo o más simple: de quienes piensan en el gozo y las recompensas inmediatas en la vida por sobre el sentido de sacrificio (de los capítulos anteriores). Es duro, pero tiene sentido.
Regla número cuatro: no te compares con los demás, compárate contigo mismo
Parece un cliché de la autoayuda, pero es muy cierto: cuando tengas que mirarte al espejo y entender la persona que estás siendo, el punto de referencia nunca deben ser los demás, sean semejantes, pares o quien admiras. Eso sólo podría dañarte. En este punto, el doctor Peterson nos recomienda compararnos con nosotros mismos en algún punto anterior del tiempo, sin perder la ambición de ser mejores, pero considerando todo el espacio avanzado o retrocedido sólo en virtud de nuestras vidas y no de vidas ajenas.
Házlo y los resultados para bien y mal siempre te entregarán conclusiones útiles para actividades cotidianas y decisiones importantes.
Regla número cinco: no permitas que tus hijos hagan algo que te lleve a sentir que te caen mal
La paternidad es abordada en el libro de Peterson de forma tangencial, pero con ejemplos muy claros. Si eres padre de familia y tienes problemas trazando líneas de disciplina para tus hijos o funcionas con niveles de confianza que rayan en la permisividad, no sólo estás haciendo algo incorrecto para la crianza de tus hijos, sino también para tu humor, energía y percepción de tu propia familia.
Obviamente, todo esto apunta a no sobreproteger a tu hijo en demasía, a delinear de forma clara los límites que tiene en su rango de acción y, fundamentalmente, a cómo te percibe él a ti, pero también cómo lo percibes tú a él. Construye un sistema de retroalimentación en que tu hijo pueda sentir por ti lo mismo que tú por él: respeto, «caerse bien» y, principalmente, reglas y límites claros que haga que ambos sean la mejor persona posible a la hora de relacionarse unos con otros.
Regla número seis: ordena tu propio cuarto antes de criticar lo que sucede fuera de él
Esta es probablemente una de las más explícitas de todas las reglas de Peterson, pero también es una de las más controversiales en sus debates en clases, universidades, podcast y programas de televisión: ¿quién eres tú para criticar al mundo en que vives si eres incapaz de mantener tu propio cuarto ordenado?
Es clave sentirnos bien con nosotros mismos, pero para ello también construir un estándar ético personal que te lleve a sentir que has ganado el derecho de opinar sobre la vida y sociedad en que te desenvuelves. No se trata de no opinar sobre nada, pero sí de hacerlo habiendo resuelto al menos lo que refiere al espacio que ocupas con mayor frecuencia en el planeta.
Según el doctor Peterson, una de las cosas que hacemos más a menudo es cuestionar los defectos del resto dejando de lado los propios, como si eso nos hiciera inmunes a cualquier otra crítica: cuando estamos hablando de otra persona, es la forma más simple de negación sobre nuestros propios defectos. Busca un trabajo, discúlpate con las personas que hayas ofendido realmente, haz mejores amigos y probablemente, luego de ello, seas una persona mucho más útil para la vida en sociedad. Crea una revolución molecular desde tu cuarto hacia el exterior o, como cantaba Noel Gallagher en Oasis: empieza una revolución desde tu cama.
Regla número siete: busca lo más relevante, no lo conveniente
Acá el psicólogo Peterson hace un llamado similar al de otros puntos: mientras más responsabilidad y significado le agregues a tu vida, mejor será lo que coseches de ella. Saber separar entre las cosas que importan probablemente te hará darte cuenta de que, en general, esas cosas cuestan tiempo, dinero y mucho sacrificio. En cambio, las cosas convenientes llegan más rápido y producen una sensación de satisfacción que es un tanto efímera y no aportan a cómo construyes el sistema de recompensas en tu cerebro que lo hará más fuerte en la vida. En otras palabras: «lo más terrible se aprende enseguida. Y lo hermoso nos cuesta la vida», como escribió Silvio Rodríguez, que no estaría muy de acuerdo con el doctor Peterson en otros tópicos a la hora de debatir.
Regla número ocho: di siempre la verdad o, por lo menos, evita mentir
Este punto es clave y Peterson siempre enfatiza en él cuando tiene que hablar de las reglas más importantes del libro: una mentira puede funcionar en el corto plazo, engañar a tu cerebro con una recompensa inmediata y hacerte sentir que escapaste de una situación incómoda de una forma económica y conveniente. Pero no es más que eso: una mentira.
Di siempre la mayor cantidad de verdad posible y construye en torno a ella los lineamientos de tu vida para resolver los problemas, desde el más pequeño, hasta el más complejo. La verdad te hará sentir libre, honesto y, ya una vez que enfrentas lo peor que podría saberse, sólo te queda construir de ahí en adelante, ojalá respetando las siete reglas anteriores.
Regla número nueve: asume que la persona con la que estás hablando podría saber algo que tú no
Es común enfrentar cualquier discusión o intercambio de ideas tratando de imponer lo que piensas o pensando que tienes de tu parte la verdad, lo que te lleva a sentir la ansiedad de querer formular lo que tienes para decir sin escuchar a tu interlocutor. Es un error y de los grandes. Según Peterson, deberías siempre asumir que la otra persona tiene algo importante para decir respecto de un tema y conectar con lo más humilde de tu cerebro, como cuando aprendiste a leer y confiabas de manera ciega en quien te enseñaba. Esa apertura no sólo te hará sentir más libre, sino que también ayudará a que la otra persona te sienta como una persona receptiva e inteligente, pues podrías cambiar de opinión respecto a algo.
Además, escuchar a las personas que piensan distinto y aprender de ellos, es una de las mejores formas de sentir que avanzas y estás siendo la mejor persona que puedes ser.
Regla número diez: sé preciso al hablar
Piensa, antes de elegir las palabras en una discusión o conversación, ya sea la más cotidiana o trascendente de tu vida —con mayor razón—. Según el doctor Peterson, muchas veces podemos evitar muchos errores comunicacionales si tan sólo nos tomáramos un segundo más en pensar lo que vamos a responder a un otro, eligiendo las palabras más adecuadas para lo que queremos expresar. No cuesta mucho y las recompensas de esta regla son casi inmediatas, pues estarás siendo lo más fiel a tu verdad posible. Pondera siempre también el efecto de tus palabras en la otra persona.
Regla número once: respeta a los niños que andan en skate
Este punto colinda con la regla número cinco de alguna forma. Refiere a que, aunque una de las cosas claves es que los niños sientan que tienen límites claros y debes evitar que «te caigan mal», debes también respetar sus momentos jugando. Ese es su espacio y un ritual sagrado en que desarrollan muchas de las habilidades que les serán útiles en el futuro. No debes molestarlos. No debes hacerles sentir que lo que hacen es tonto. Tampoco intentes imponer tus ideas o gustos personales.
Es una regla que habla específicamente sobre la masculinidad y la experiencia de Peterson en Canadá con jóvenes.
Regla número doce: acaricia un gato cuando lo veas en la calle
Otra metáfora de Peterson: vive la vida con aprecio y amor hacia ella. Valora los pequeños momentos como ese, acariciar un gato, mirar un atardecer, reflexionar en torno a lo bello cuando lo tienes en frente. Disfruta el viaje, pues no hay destino que valga la pena si es tortuoso. Aprovecha de vivir en ese momento feliz, sobre todo, más aún, si has seguido las doce reglas anteriores.