A veces sientes que tu voz tiembla y que sería más fácil callar. El silencio parece protegerte, pero en el fondo sabes que callar es traicionarte. Kierkegaard decía que “la verdad es la aventura más arriesgada del individuo”, porque te expone, te deja solo frente a la incomodidad de quienes preferirían no escuchar. Y, sin embargo, lo correcto no deja de serlo aunque el mundo entero lo rechace.
Piensa en Sócrates, que prefirió la cicuta antes que renunciar a su deber de cuestionar. Recuerda a Cristo, que habló del amor a los enemigos aun sabiendo que lo llevaría a la cruz. Hablar y actuar con rectitud es incómodo porque confronta las máscaras, y el precio suele ser la incomprensión, la burla o incluso el rechazo. Pero como decía C. S. Lewis, “la integridad es hacer lo correcto, aun cuando nadie te vea”. Es en ese riesgo donde tu alma se fortalece, donde tu voz se convierte en semilla de un bien mayor.
Si eliges callar para evitar el conflicto, tal vez conserves la paz superficial, pero pierdes la paz interior. Hablar y actuar correctamente es un acto de fe en el poder de la verdad para transformar. Hoy la pregunta no es si te entenderán, sino si serás fiel a lo que sabes que es bueno. Y en ese camino, aunque te quedes solo, no estarás vacío: habrás elegido vivir de pie.


