Seguir adelante aunque nadie lo crea

«La mayor prueba de valentía es ser fiel a uno mismo cuando el mundo duda.»

Hay decisiones que nos transforman, que nos obligan a cruzar un umbral del que no hay retorno. No porque no podamos mirar atrás, sino porque ya no somos los mismos. Sin embargo, el eco de la incredulidad ajena nos persigue. «No vas a cambiar», «es solo una fase», «volverás a lo de antes». ¿Qué hacer cuando el juicio externo nos condena a un pasado del que intentamos desprendernos? A veces, la mayor batalla no es contra los errores que dejamos atrás, sino contra los ojos que aún nos miran como si siguiéramos siendo los mismos.

Camus decía que el hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es (2000), y quizás en esa negativa radica nuestra esperanza. Creer en el propio cambio es un acto de resistencia. San Agustín, tras una juventud desordenada, encontró en su conversión un nuevo sentido, aunque muchos no creyeron en su transformación (Confesiones, 1998). Su historia resuena en la de tantos que han dado un giro a su vida, enfrentándose a la duda de quienes solo recuerdan su sombra. Pero la vida no se vive en la mirada ajena. El pintor Vincent van Gogh, incomprendido en su tiempo, siguió pintando aun cuando nadie creyó en su genio. Lo mismo ocurre con cada uno de nosotros: persistir en lo que hemos decidido, aunque nadie más lo vea, es una forma de autenticidad.

Seguir adelante en medio de la duda ajena es aprender a escuchar la voz interior por encima del murmullo del escepticismo. No es el reconocimiento externo lo que valida nuestro cambio, sino la constancia con la que lo sostenemos. Al final, el verdadero juicio no vendrá de los otros, sino del tiempo: serán nuestras acciones, y no sus palabras, las que demostrarán quiénes somos.

Referencias
Camus, A. (2000). El mito de Sísifo. Alianza Editorial.
San Agustín. (1998). Confesiones. Ediciones Cristiandad.

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