«La única manera de tener un amigo es serlo.» — Ralph Waldo Emerson
Pienso en la amistad y me doy cuenta de que muchas veces esperamos que los demás den el primer paso, que nos busquen, que nos sostengan en la adversidad. Pero, ¿cuántas veces nos preguntamos si estamos haciendo lo mismo por ellos?
Confucio decía que «cuando el camino es claro, la amistad florece» (Analectas, siglo V a.C.). La proactividad en la amistad no es solo tomar la iniciativa, sino comprender que esta relación, como cualquier jardín, necesita ser cuidada con esmero. No basta con querer tener amigos; hay que construir la amistad con actos concretos. En su obra Ética a Nicómaco, Aristóteles señala que la amistad verdadera no se basa en la utilidad o el placer, sino en el bien (Aristóteles, 2011). Pero el bien no ocurre espontáneamente: hay que fomentarlo, regarlo, protegerlo del olvido.
El cristianismo también nos recuerda la importancia de dar el primer paso. Jesús dijo: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Marcos 12:31). No es un amor pasivo, sino una decisión constante de estar presente. Incluso C.S. Lewis, en Los Cuatro Amores, destaca que la amistad, a diferencia del amor romántico, no exige atención constante, pero sí un compromiso firme (Lewis, 1960).
Hoy me pregunto: ¿soy proactivo en la amistad? La respuesta me confronta. No se trata solo de estar cuando me necesitan, sino de adelantarse, de construir puentes antes de que las distancias se agranden. Como decía San Agustín, «la amistad comienza cuando alguien dice: ‘¡Tú también!’» (Confesiones, siglo IV). Pero para llegar a ese punto, es necesario dar el primer paso. Hoy decido darlo.
Referencias
- Aristóteles. (2011). Ética a Nicómaco. Gredos.
- Lewis, C.S. (1960). Los Cuatro Amores. HarperOne.
- La Biblia. (Marcos 12:31).
- Confucio. (Siglo V a.C.). Analectas.


