“Quien no puede perdonar, destruye el puente sobre el que él mismo deberá pasar”, escribió alguna vez George Herbert. Esta frase me confronta porque sé que, tarde o temprano, yo también necesitaré una segunda oportunidad. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto otorgarla a los demás? ¿Es justo permitir que alguien que ha fallado vuelva a intentarlo?
La fragilidad humana y el error
He aprendido que errar es una constante en la experiencia humana. Desde la filosofía, Aristóteles (1998) ya señalaba en Ética a Nicómaco que la virtud no consiste en la perfección, sino en la capacidad de aprender del error. En la literatura, Dostoievski (1866) nos muestra en Crimen y castigo que el remordimiento y el cambio son parte del proceso de redención. Si el error es parte de nuestra naturaleza, ¿por qué negamos a otros la posibilidad de transformarse?
Jesús, en el Evangelio, revela una respuesta radical: “El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra” (Juan 8:7, Biblia de Jerusalén). No es una justificación del mal, sino un recordatorio de que todos hemos fallado. Negar segundas oportunidades es olvidar nuestra propia fragilidad.
Perdón y justicia: un equilibrio difícil
Dar una oportunidad no significa ignorar las consecuencias del error. San Agustín (2006) en Las Confesiones sostiene que la misericordia no es impunidad, sino un llamado a la conversión. Simone Weil (1992) lo refuerza: el perdón verdadero no borra la responsabilidad, sino que permite al otro reconstruirse.
En la historia, Nelson Mandela (1995) encarnó este equilibrio. Después de décadas de prisión, eligió la reconciliación sobre la venganza, entendiendo que la justicia sin misericordia solo perpetúa el sufrimiento.
Conclusión: una decisión que nos transforma
Volviendo a la pregunta inicial, hoy creo que dar una oportunidad no es solo un regalo para quien ha fallado, sino también para mí. Me libera del peso del resentimiento y me recuerda que todos estamos en camino. Al final, el perdón no es solo un acto de bondad, sino una afirmación de nuestra humanidad compartida.
Referencias
• Agustín de Hipona. (2006). Las confesiones (E. Gilson, Ed.). Editorial BAC.
• Aristóteles. (1998). Ética a Nicómaco (W. D. Ross, Trad.). Gredos.
• Dostoievski, F. (1866). Crimen y castigo. Alianza Editorial.
• Mandela, N. (1995). El largo camino hacia la libertad. Abacus.
• Weil, S. (1992). La gravedad y la gracia. Trotta.


