LA ANSIEDAD: UN TRASTORNO CADA VEZ MÁS COMÚN

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Un examen, un malentendido con un jefe o un compañero en el trabajo, mudarse de hogar, problemas familiares,… Que levante la mano quien no haya sentido ansiedad alguna vez en un contexto así. Nos pasa a todos, ¿verdad?

Cuando ocurre de forma leve es una respuesta habitual a circunstancias estresantes. No deja de ser un mecanismo de alerta que nos advierte de una situación «amenazante» y que nos permite prepararnos para hacerle frente. El problema llega cuando las reacciones son demasiado intensas, muy frecuentes o se ajustan poco a la realidad de la situación. Cuando se produce un gran malestar, con síntomas físicos y psicológicos significativos y recurrentes, se considera patológica. Se estima que alrededor del 19% de las personas, sobre todo mujeres, la han padecido en algún momento de su vida.

LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD: CAUSAS Y SÍNTOMAS

Los trastornos de ansiedad son un grupo variado de afecciones que tienen en común la sensación de ansiedad. Se englobarían aquí, por ejemplo, la agorafobia, el trastorno generalizado de ansiedad, los ataques de pánico, el estrés postraumático, el trastorno obsesivo compulsivo,…

La ansiedad se desencadena por muchas razones. Por ejemplo, algunas experiencias vitales, que no tienen por qué ser malas o negativas sino que es suficiente con que sean grandes cambios, como un trabajo nuevo o una ruptura sentimental, pueden generar un episodio de ansiedad. En otras ocasiones, algunas situaciones muy amenazantes, como un accidente de tráfico, la provocan y después permanecen meses e incluso años después del suceso. También hay determinados factores genéticos que podrían influir, el estar sometido a mucho estrés de forma continuada o el consumo de algunas drogas, como anfetaminas o LSD.

Las formas de expresión de la ansiedad son muy variadas, aunque hay algunas características comunes. Por ejemplo, los síntomas psicológicos más frecuentes son la preocupación constante y excesiva, las dificultades para concentrarse, la aprensión, los olvidos frecuentes, la irritabilidad, la sensación de agobio, la inquietud o el miedo a perder el control.

La ansiedad también presenta síntomas físicos: tensión muscular, sudoración, palpitaciones, dolor en el pecho, dificultad para respirar, mareos, temblores, hormigueos, náuseas y vómitos, dolor de cabeza….

LA ANSIEDAD PUEDE TRATARSE

Existen dos tipos de abordaje para la ansiedad: el psicológico y el farmacológico, y son más efectivos cuando se combinan.

La psicoterapia busca cambiar comportamientos reforzando los mecanismos de defensa y promoviendo una personalidad positiva. El método más usado es la terapia cognitivo-conductual, que pretende ayudar al paciente a comprender la naturaleza de lo que le ocurre y el porqué de su mala adaptación. El terapeuta enseña a manejar la ansiedad y a controlar los miedos cuestionando su lógica y sustituyéndola por formas de pensar más racionales.

Los medicamentos, que deben ser prescritos por un médico, se clasifican en dos categorías: los que sirven para calmar los ataques de ansiedad en el corto plazo, y los que se usan a más largo plazo para disminuir los síntomas y prevenir crisis. Dentro del primer grupo están las benzodiacepinas, como el lorazepam y el bromazepam. Actúan rápido, pero deben usarse el menor tiempo posible dado que el cuerpo «se acostumbra» y cada vez hacen menos efecto. Para tratar la ansiedad generalizada y prevenir los ataques de ansiedad se usan los ansiolíticos, que tardan entre dos y ocho semanas en empezar a actuar, pero no pierden eficacia con el tiempo. Ejemplos son el escitalopram, la paroxetina y la duloxetina.

CINCO CONSEJOS PARA COMBATIR LA ANSIEDAD

Ante un problema fuerte o permanente de ansiedad, es necesario acudir a un médico ya que es quien debe evaluar los síntomas, diagnosticar el trastorno y determinar la mejor forma de tratarlo. No obstante, hay algunos consejos que pueden aplicarse a la hora de hacer frente a aquellas situaciones que nos generan ansiedad:

  • Entiende la ansiedad y no huyas. Los síntomas son muy molestos y en ocasiones pueden volverse incapacitantes, pero es necesario saber que la ansiedad no causa infartos ni asfixias. Además, evitar las situaciones que la desencadenan es un mecanismo de defensa que no ayudará a tratar el trastorno. Es necesario comprender qué es lo que sucede y aprender a afrontarla con las técnicas que los profesionales de la salud te enseñarán.
  • No te centres en el problema. Procura no dar vueltas a lo mismo y trata de pensar en algo diferente a lo que te preocupa y te causa ansiedad. Haz alguna actividad que desvíe tu atención: el deporte es el mejor aliado, ya que, además, ayuda a producir endorfinas, una hormona que libera el cerebro y nos ayuda a sentirnos bien.
  • Cambia tu forma de pensar. Trata de salir del bucle de pensamientos negativos y catastrofistas: sé consciente de ellos y trabaja en ser más positivo, realista y en buscar respuestas diferentes a las mismas preguntas. Seguro que la situación que ves te parece muy mala, ¿pero realmente lo es?
  • Aprende a relajarte. La respiración abdominal, es decir, respirar con el diafragma de una manera lenta y pausada, es una técnica sencilla que ayuda a controlar la ansiedad. Practícala con frecuencia cuando tengas un episodio de ansiedad.
  • Lleva una vida saludable. Beber alcohol y fumar empeoran la ansiedad, mientras que descansar bien, llevar una dieta saludable y realizar ejercicio físico la disminuyen.

En un entorno vital cada vez más exigente, cambiante y que nos lleva a retos constantes, la ansiedad es un trastorno muy común. Pero lo más importante de todo es que tiene solución. De hecho, gran parte del tratamiento pasa por uno mismo, por comprender los propios sentimientos y pensamientos, así con mucho trabajo y ayuda profesional, la ansiedad se puede superar.


La ansiedad: un trastorno cada vez más común. (2020). Recuperado 24 de abril de 2020, de Kern Pharma website: https://www.kernpharma.com/es/blog/la-ansiedad-un-trastorno-cada-vez-mas-comun 

Desensibilización Sistemática

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La desensibilización sistemática (DS) es una técnica desarrollada por Joseph Wolpe en 1958 que tiene como objetivo terminar tanto con las respuestas de ansiedad como con las conductas de evitación propias de los trastornos ansiosos. 

Dado que estas conductas son especialmente importantes en el mantenimiento de los trastornos fóbicos, se trata de una técnica muy empleada en su tratamiento.

La DS, tal como la propone Joseph Wolpe, se basa en el condicionamiento clásico. El principio consiste en que la intensidad de una respuesta como la ansiedad puede ser reducida a través de la emisión de una respuesta incompatible, como podría ser la relajación. La aparición de ciertos estímulos fóbicos produce respuestas de ansiedad. determinados estímulos produce de forma automática respuestas de ansiedad. De forma conjunta, se pretende provocar una respuesta automática de relajación que interfiera con el malestar del estímulo aversivo.

¿Cómo funciona la desensibilización sistemática?

El procedimiento estandarizado de la desensibilización sistemática incluye cuatro pasos. Entrenamiento en relajación, una construcción de las jerarquías, evaluación y práctica en imaginación y la desensibilización sistemática propiamente dicha. Antes de pasar al entrenamiento en relajación, es necesaria la explicación de la técnica al cliente, para motivarlo y hacerle comprender la estrategia básica y los principios de la eficacia técnica.

Hay que explicarle qué son respuestas incompatibles y por qué si aparece una, no puede aparecer la otra (como relajación y tensión), qué es una jerarquía de estímulos, qué es el contracondicionamiento y la generalización en términos que pueda comprender.

Entrenamiento en relajación

La respuesta de relajación que el paciente usará para combatir la ansiedad será preferiblemente alguna que ya conozca. Es posible utilizar cualquier procedimiento, pero si es posible mejor utilizar algún tipo de relajación que el propio paciente pueda poner en práctica de forma rápida y eficaz. 

En caso contrario se pueden enseñar técnicas como la relajación progresiva o el control de la respiración, que son técnicas fáciles de aprender. Lo fundamental es que ante la situación ansiosa, estas respuestas incompatibles de relajación puedan ser aplicadas de forma fácil, rápida, y reduzcan la ansiedad con eficacia.

Jerarquía de ansiedad

Cuando queremos aplicar la desensibilización tenemos que hacer una ordenación de las situaciones temidas. Esto es lo que llamamos una jerarquía de ansiedad, donde listamos todas las situaciones potencialmente ansiógenas relacionadas con el tema a tratar y las ordenamos según el grado de ansiedad que generan. Para cuantificar la ansiedad que genera se utiliza una escala del 0 al 100, donde la situación con puntuación 0 no genera ansiedad en absoluto y la puntuada con un 100 es la que más ansiedad genera de todas.

Para elaborar la jerarquía lo hacemos a través de una tormenta de ideas (brainstorming) donde el paciente genera situaciones que le provoquen ansiedad. Estas situaciones se anotan, se precisan y se les pone un número en la escala del 0 al 100. Muchas veces puede ser difícil comenzar a asignar números. Una buena forma de empezar es utilizar anclajes. Generar primero los ítems que menos y más ansiedad generen, que serán el 0 y el 100 respectivamente, y un ítem intermedio que será el 50. A partir de aquí los ítems son más fáciles de ordenar.

Práctica en imaginación

Como utilizaremos la exposición en imaginación, deberemos evaluar la capacidad del paciente para imaginarse escenas. Se pedirá al paciente que imagine una escena y, a continuación, se preguntarán los detalles de la misma para ver hasta qué punto es vívida la visualización en imaginación.

La desensibilización propiamente

Una vez asegurado esto, se procederá la presentación de las situaciones que causan ansiedad. Esta presentación puede ser en imaginación o bien en vivo. Se comenzará por la situación que cause ansiedad cero y se irá subiendo por la jerarquía de ansiedad gradualmente. Las primeras presentaciones se hacen de forma breve, pero se irá aumentando cada vez más el tiempo de exposición. Al mismo tiempo que se presenta el ítem ansiógeno, se ponen en marcha las estrategias de relajación que se han aprendido previamente para interferir con la ansiedad y desaprender la respuesta ansiosa.

Naturalmente, cuanto más tiempo pase el paciente en exposición, mayor desensibilización. Además, cuando se consigue reducir la ansiedad que produce una situación, esta se generaliza a las situaciones que están por encima de esta. Los ítems se dan por superados cuando producen cero ansiedad. Es decir, hasta que una situación no genera absolutamente nada de ansiedad, no se puede pasar a la siguiente.

Aplicaciones de la desensibilización sistemática

La desensibilización sistemática es un tratamiento apropiado cuando el terapeuta dirige sus esfuerzos a la eliminación de fobias y ansiedades siempre que se cumplan una serie de condiciones. Para que una respuesta condicionada sea susceptible de ser modificada a través de desensibilización sistemática debe ser una respuesta a una situación o un estímulo específico, que no se deban a creencias irracionales o ideas sobrevaloradas, que se trate de un miedo irracional y que exista una adecuada respuesta incompatible con la de ansiedad.

Además de su uso en fobias y trastornos de ansiedad, también puede ser adecuada para tratar ansiedad a estímulos específicos sin que sean fóbicos. Por ejemplo en disfunciones sexualesalcoholismo, otras adicciones, parafilias o insomnio.


¿Qué es la desensibilización sistemática y cómo funciona?. (2020). Recuperado 24 de abril de 2020, de Psicología y Mente website: https://psicologiaymente.com/clinica/desensibilizacion-sistematica